La fibromialgia (FBM) es un proceso reumático crónico e inflamatorio que afecta a las partes blandas del aparato locomotor, especialmente a los músculos. Se caracteriza por un dolor corporal difuso (coexistiendo con múltiples dolores a la presión digital) que aumenta con la actividad física, el frío y la humedad, y que frecuentemente asocia trastornos de sueño, fatiga, cefaleas y otros síntomas funcionales.
La FBM es una enfermedad con claro predominio en el sexo femenino, ya que entre el 85-94% de los casos se dan en mujeres. La forma más común se describe en adultos jóvenes, entre 30 y 50 años, aunque el síndrome clínico puede verse también en pacientes mayores de 60 años (manifestaciones más leves), y relacionado con artrosis.
Aunque las causas aún no han sido bien aclaradas, se piensa que puede estar causada o agravada por estrés físico o mental, traumatismo físico, exposición excesiva a humedad o frío, sueño deficiente o enfermedad reumática. Durante años, los estudios epidemiológicos tradicionales se centraron en las causas infecciosas, de forma que se observó una relación estadística entre la FBM e infecciones víricas como la enfermedad de Lyme, VIH…
Alteraciones producidas por la FBM
Alteración en los neurotransmisores de dolor: la fibromialgia parece tener relación con trastornos en la regulación del dolor. Se ha comprobado que existe un déficit de serotonina en pacientes con FMB. La serotonina juega un papel básico en la inhibición de las sensaciones dolorosas. Este aspecto es especialmente importante puesto que la deficiencia de serotonina también podría explicar el sueño no reparador y los rasgos psicológicos alterados.
Alteraciones del ritmo de sueño: mediante electroencefalograma se ha observado que los pacientes con FBM no llegan a los estadíos profundos del sueño (Fase IV), siendo esta la fase “reparadora” del descanso, al observar intrusiones de ondas α en momentos en que no deberían estar presentes.
Alteraciones psicológicas: la FBM coincide con los trastornos psiquiátricos en que no hay evidencias suficientes de alteraciones anatómicas, histológicas o bioquímicas que justifiquen el cuadro clínico. Por ello, durante años ha existido la tentación entre profesionales de clasificarla como un trastorno psicológico. Los pacientes fibromiálgicos frecuentemente presentan un alto nivel de ansiedad y depresión.
Alteraciones musculares: evidencias clínicas parecen indicar que los músculos son los “órganos diana” en la FBM. Los pacientes tienen dificultades para mantener un ejercicio intenso, con exacerbación posterior del dolor, y suelen estar "fuera de forma". También presentan disminución de la fuerza y resistencia, y trastornos en la relajación muscular.
Principales síntomas de la FBM
El dolor es un síntoma característico de la enfermedad. Es intenso y diseminado, afectando a la columna y miembros, siendo las localizaciones más comunes: región lumbar (94%), cuello (93%), hombros (90%), rodillas (75%), y pared torácica (71%). Se ha descrito la existencia de factores moduladores del dolor en pacientes fibromiálgicos: empeora con el frío y climas desfavorables, con el estrés, y con la actividad física. Por el contrario, habitualmente mejora con el calor local, reposo, masajes y estiramientos.
La rigidez se observa en el 76% de los pacientes, y es de duración prolongada (90 minutos o más).
La sensación subjetiva de hinchazón en las articulaciones la aprecia el 40% de los pacientes, y las parestesias u hormigueos (en miembros o difusas) el 36%.
Fatiga, principalmente matutina, referida por el 80%-90% de los pacientes. Esta fatiga está presente tanto en la realización de ejercicios como en trabajos sencillos. El paciente fibromiálgico “siempre está cansado”, y cualquier actividad le supone un esfuerzo físico considerable.
Alteraciones psicológicas como ansiedad, depresión y estrés (30-70%) (7). Podrían estar relacionadas con la intensidad del dolor.
Tratamiento
En general, los tratamientos para la FBM consisten en medicamentos y estrategias de cuidado personal. El principal objetivo del tratamiento es minimizar los síntomas y mejorar el estado de salud general. No hay un solo tratamiento que funcione para todos los síntomas, pero intentar varias estrategias terapéuticas puede tener un efecto acumulativo. Los medicamentos pueden ayudar a reducir el dolor de la fibromialgia y a dormir mejor. Algunas opciones frecuentes son los analgésicos, antidepresivos y medicamentos anticonvulsivos.
Destacar también la gran variedad de tratamientos distintos que pueden ayudar a reducir el efecto de la fibromialgia en el cuerpo y en la vida, entre ellos destacan la fisioterapia, la terapia ocupacional o el asesoramiento psicológico.
Ahora, os dejamos un vídeo con 5 consejos para los pacientes que padecen fibromialgia.
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