La epilepsia es una enfermedad que afecta al sistema nervioso central, alterando la actividad cerebral normal del mismo. Esta alteración va a provocar convulsiones, periodos de comportamiento y sensaciones inusuales y pérdida de consciencia, en ocasiones.
Los síntomas varían en función de la persona que padezca la enfermedad pero algunos de ellos son:
- Confusión temporal
- Episodios de ausencias
- Rigidez en los músculos
- Movimientos espasmódicos temporales de brazos y piernas
- Pérdida del conocimiento o la consciencia
- Miedo, ansiedad o dejà vu.
- Convulsiones: con movimientos de los brazos o piernas o mirada fija.
Para padecer epilepsia, no sirve con tener tan solo una convulsión, es necesario episodios seguidos de convulsiones.
El tratamiento, al igual que los síntomas, varía en función de la persona. Algunos pacientes han notado una gran mejoría tras la cirugía, por un no funcionamiento de los medicamentos. Mientras que otros se arreglan con los medicamentos. Estos suelen estar destinados al control de las convulsiones, que se pueden anular con el paso del tiempo, o durar toda la vida.
Hay diversas causas que pueden ocasionar al desarrollo de esta enfermedad, entre los cuales destacan: influencia genética, traumatismo craneal, anomalías cerebrales, algunas infecciones, lesiones prenatales o trastornos del desarrollo.
Además, hay algunos factores de riesgo:
- Edad: puede ocurrir en cualquier edad, peor es más común en niños y ancianos.
- Antecedentes familiares.
- Lesiones en la cabeza.
- Accidentes cerebrovasculares y otras enfermedades vasculares: pueden ocasionar daño cerebral que podría derivar en epilepsia.
- Demencia: aumenta el riesgo de padecer esta enfermedad.
- Infecciones cerebrales: meningitis, que provoca la inflamación del cerebro o médula espinal, aumenta el riesgo de padecerla
- Convulsiones en la infancia: en ocasiones la fiebre alta en la infancia puede derivar en convulsiones que, en caso de ser prolongada y repetida, podría causar una afectación al sistema nervioso, que podría derivar en epilepsia; sobre todo si cuenta con antecedentes familiares de esta enfermedad.
Cuando una persona que tiene epilepsia está sufriendo una convulsión, es importante acomodar el entorno para que no se caiga y se dé el menor número de golpes posibles, puesto que podría causarle algún tipo de traumatismo.
En el momento en el que la persona o nosotros detectemos que podría estar sufriendo una convulsión (estar mucho tiempo con la mirada fija, por ejemplo) es importante tumbar al individuo; sujetarlo, pero dejándolo realizar los movimientos; ponerle un cojín, sudadera, o algo blando en la cabeza para evitar que se dé contra la superficie sobre la que se encuentra; y asegurarnos de que está respirando, para evitar el ahogamiento. Una vez terminada la convulsión, estará “adormilado” durante un tiempo, hasta que vuelva a su estado normal.
A continuación os dejo un vídeo demostración sobre la actuación ante una convulsión de una crisis epiléptica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario