Que la Enfermería tiene forma de mujer es un hecho; un hecho que lleva siendo de esta manera desde los comienzos de la profesión y que lo sigue siendo en la actualidad.
Como ya hemos comentado en anteriores ocasiones, la Enfermería es una profesión muy antigua que nace de la necesidad de cuidar, y siempre ha sido tarea de mujeres, pues eran ellas las que debían estar en casa cuidando de sus familias, y posteriormente fueron muchos los nombres de mujeres que destacaron en esta profesión.
En primer lugar, destacamos a Florence Nightingale, una enfermera inglesa pionera de la profesión conocida por su aportación en el plano teórico de la Enfermería y por su labor asistencial. A continuación, Clara Barton, la impulsora de Cruz Roja y reconocida por su gran labor en la Guerra de Secesión de EE.UU. Virginia Henderson, enfermera que incorporó los principios fisiológicos y psicológicos al marco conceptual de la Enfermería, creando las “14 Necesidades Básicas” y diferenciando la función propia de la profesión enfermera. Y termino con Marjory Gordon, enfermera creadora de los “11 Patrones Funcionales” de la salud y primera presidenta de la NANDA, contribuyendo a la estandarización del lenguaje enfermero, y también autora de diferentes libros y manuales como “Manual de Diagnósticos Enfermeros”, proporcionando así a la profesión enfermera su propia identidad.
Con esto, vemos que la Enfermería es una profesión femenina, y según datos del INE (Instituto Nacional de Estadística), las mujeres representamos el 84,4% de las profesionales de Enfermería en España. Y en el caso de que alguien dudara sobre este dato, recomiendo que se acerquen a cualquier Facultad de Enfermería y observen dentro de las aulas, a ver si encuentran a algún hombre entre tanta mujer. Sin embargo, las desigualdades de género que existen en otros ámbitos también existen en nuestra profesión, incluso más acentuados ya que la tarea enfermera de cuidar se ha atribuido tradicionalmente a las mujeres.
Raquel Rodríguez Llanos, presidenta del Colegio de Enfermería de Cáceres, afirma lo siguiente:
“La cuestión es que la tarea del cuidado, que es la actividad principal de la Enfermería, siempre se ha asignado a las mujeres; primero a las mujeres en el ámbito doméstico por las tareas de reproducción y de cuidados y luego se han ido pasando por extensión a la sociedad. En la división del trabajo, los hombres tienen otras tareas y las mujeres han sido las responsables del cuidado tradicionalmente. Lo que sucede con Enfermería es que se forma un círculo: la labor principal es el cuidado, las mujeres son la mayoría y en la sociedad se entiende que los cuidados pertenecen a las mujeres. Esto puede dar lugar a desigualdades si no se tienen en cuenta las características. Y es verdad que es una profesión mayoritariamente femenina, pero las cotas de poder no son femeninas. Hay más hombres en los puestos altos, porque el rol masculino sigue ocupando más direcciones de Enfermería y más puestos directivos.”
Con todo, podría parecer que las enfermeras, pero sobretodo las mujeres en general, tenemos superpoderes para llevar a cabo esta profesión, tanto la enfermera, como la propia de ser mujer, pero lo cierto es que a veces, todo esto puede llegar a influir en nuestra propia salud, tal y como muestra Raquel Rodríguez Llanos en el siguiente vídeo:
Fuentes:
No hay comentarios:
Publicar un comentario